lunes, 4 de noviembre de 2019

P.T.M.S/ Conservación de suelos agrícolas en las zonas altas del estado Trujillo

Recomendaciones del Fondo Nacional de Investigaciones Agropecuarias (FONAIAP)  para la conservación de los suelos agrícolas en la Zonas Altas trujillanas para garantizar los cultivos.

En Trujillo, estado de comprobada vocación agropecuaria, gran parte de la producción agrícola se origina en las zonas altas, conocidas como páramos y con altitudes entre 1.800 y 3.500 metros sobre el nivel del mar, donde se observa una marcada preferencia de los productores por los cultivos de papa y zanahoria, rubros en los que se han convertido en buenos especialistas. 

Entre las principales localidades productoras podemos citar Tuñame, Cabimbú, La Cristalina, Ortiz, Esdora, La Manga, Burbusay, Santa Ana, San Miguel y Tostós, entre otras. Estas zonas se caracterizan por tener propiedades con pequeñas áreas, con pendientes o declives muy fuertes, con sistemas de riego relativamente consolidados en mayor o menor grado.

Los productores de estas zonas les dan a sus tierras un uso bastante intensivo, mediante la siembra permanente y el uso de altas cantidades de insumos como fertilizantes químicos y materia orgánica (gallinaza, estiércol de chivo y recientemente fórmulas comerciales enriquecidas y más depuradas), así como frecuentes aplicaciones de plaguicidas, lo que genera la contaminación de fuentes de agua.

En muchas de estas localidades es común ver en las propiedades parcelas con mucha pérdida de suelo, debido a la erosión, lo que también ha venido deteriorando el estado de las vías de penetración, situación que se agrava con el transcurrir de los años.

 En el caso particular del Páramo de Cabimbú se puede observar el aumento de este serio problema, donde el Fondo Nacional de Investigaciones Agropecuarias (FONAIAP) realiza varias actividades de carácter investigativo y de transferencia de tecnología. 

Algunas consideraciones que el FONAIAP ha hecho al respecto tienen que ver con la erosión de los suelos agrícolas producto del arrastre de las partículas del suelo, debido a la acción del agua de lluvias o de irrigación, o por efecto del viento, dejando estas partículas de suelos en lugares donde generalmente no puede ser utilizado. 

La erosión causada principalmente por el agua de lluvia, es la de mayor importancia en los páramos. y, en ciertos casos el agua de los sistemas de riego por aspersión, cuando son mal utilizados, al caer penetra en el suelo lentamente entre las partículas del suelo. Otra parte permanece sobre el suelo, pues no consigue penetrarlo, formando charcos y entonces escurre hacia las partes más bajas del terreno. 

Esta agua que escurre arrastra la tierra de la superficie del suelo, llevando también hojas, pequeñas piedras y otros materiales livianos. El agua que escurre en el suelo es muy dañina para el mismo, pues causa la erosión o arrastre de las partículas del suelo. 

Los factores que influyen en la erosión causada por el agua son varios, que, en mayor o menor proporción influyen en la erosión del suelo agrícola. En primer lugar la intensidad de la lluvia que causan mayores estragos y, en ciertos casos, los riegos mal empleados; es decir, los riegos en exceso en terrenos con pendientes muy fuertes, causan el mismo daño que las lluvias fuertes. 

En segundo lugar está el declive o pendiente del terreno, este factor es de gran importancia, ya que mientras mayor sea el declive del terreno, mayor será la velocidad del agua que escurre en el suelo y mayor será la erosión. 

En tercer lugar está la cobertura vegetal del suelo que de cierta manera regula, en mayor o menor grado la erosión, ya que la cobertura vegetal ofrece un obstáculo a las gotas de agua que caen. Al contrario de lo que ocurre en un suelo sin protección, que recibe directamente las gotas de lluvia, facilitando también el escurrimiento del agua en el suelo. 

Existen tres tipos de erosión por causa del agua. esto es sencillamente 

1.- Erosión laminar: Cuando el agua desgasta en cada lluvia una fina capa de toda la superficie del suelo. Ese desgaste por ser en capa muy fina no es percibido o notado de inmediato sino que con el transcurrir del tiempo comienzan a aparecer piedras que anteriormente estaban enterradas y no eran visibles, mostrando que el suelo fue arrastrado por el agua. 

2. Erosión por surcos Ocurre en los suelos desprotegidos, donde la erosión antes mencionada (erosión laminar) ya viene causando daños y deja el suelo irregular. El agua se concentra, formando pequeñas hendiduras o surquitos que van aumentando de tamaño y siendo más profundos a medida que llueve más. Con el aumento de los surcos, el suelo se torna impropio para la siembra, ya que la capa superficial es arrastrada por el agua. 

3. Erosión en cárcavas En los suelos no cuidados y con declive fuerte, la erosión termina formando surcos profundos y bastante anchos, denominados cárcavas, que impiden cualquier práctica agrícola. Cada vez que llueve fuerte, el agua escurre por la cárcava, desprendiéndose y llevando el suelo del fondo del surco, lo que ocasiona el desmoronamiento de las paredes del surco. 

Para impedir este deterioro causado por la erosión y que con el tiempo afecta la posibilidad de cultivar, el FONAIAP diseñó una serie de recomendaciones para la conservación de los suelos agrícolas en estas zonas del estado Trujillo, que para ser trabajados deben ser cuidados de tal forma que siempre se mejoren sus condiciones físicas, químicas y biológicas, garantizando así abundantes y seguras cosechas. 

Estos cuidados son denominados prácticas conservacionistas y entre las más importantes se pueden citar: 

1. Levantamiento y planificación conservacionista Es la práctica que se debe realizar al inicio de cualquier siembra, recomendándose la consulta con un técnico. No es más que clasificar los suelos de la propiedad, de acuerdo con su capacidad de uso; es decir, definir lo que mejor se pueda sembrar en determinadas áreas, según el suelo, declive, siembras anteriores y la disponibilidad de agua, Se puede elaborar un mapa sencillo en el que se refleje cada tipo de área. 

2. Selección de áreas por capacidad de uso. Teniendo el mapa o el croquis de la propiedad, donde todos los suelos están clasificados, cada suelo será usado de acuerdo con su capacidad. Así tenemos que en los suelos planos o de menos pendiente se sembrarán los cultivos regularmente usados; es decir, papa y zanahoria para el caso de Cabimbú y localidades semejantes. En los suelos con mayor declive, los cuales no deberán tener estos cultivos, se sembrarán con rubros que protejan más el suelo como algunos pastos adaptados, trigo o innovar con algún frutal de altura. 

3. Siembras en curvas de nivel. Es una práctica común en zonas altas, que consiste en realizar todo trabajo en terreno con fuerte pendiente, acompañando la topografía del terreno; es decir, en contorno, siguiendo la curva de nivel para que no se facilite el escurrimiento del agua que causa la erosión del suelo. No obstante, esta práctica debe ser acompañada con el uso de otras, ya que aislada no resuelve completamente el problema de la pérdida de suelo. 

4. Siembras en franjas Consiste en intercalar las siembras de los cultivos tradicionales en el páramo, es decir, papa y zanahoria con siembras de dos o tres surcos con un cultivo más protector como el trigo y/o pasto kikuyo, habas. Esto pudiera minimizar el efecto negativo de la erosión. 

5. Rotación de cultivos Es una práctica muy importante en un programa de conservación de suelos, ayudando en la preservación de la fertilidad y sanidad del suelo. Los suelos no deben ser sembrados seguidamente con la misma especie, pues cada una de ellas retira del suelo una cantidad determinada de nutrimentos. De esta manera ocurre una extracción diferente de elementos por parte del cultivo de la papa y la zanahoria. Además, la rotación de cultivos también es una forma de controlar las plagas y enfermedades que atacan a la papa, pero no a la zanahoria, dejando un ambiente desfavorable a éstas.

6. Uso de materia orgánica Consiste en adicionar al suelo abonos orgánicos. Generalmente los más empleados son la gallinaza, el estiércol de chivo y las fórmulas comerciales enriquecidas y no contaminantes. La incorporación de este material permite incrementar las condiciones físicas, químicas y biológicas del suelo al mejorar la aireación, estructura y microorganismos benéficos del suelo. Investigaciones realizadas por el FONAIAP en Cabimbú indican que el estiércol de chivo induce a una maduración precoz del cultivo si no es mezclado en el surco al momento de la siembra, lo que ocasionaría una disminución en los días de ciclo del cultivo, necesarios para el engrosamiento de los tubérculos. 

7. Construcción de terrazas En propiedades con suave declividad, es decir entre 5 a 10 %, pueden construirse terrazas acompañadas de curvas de nivel del terreno, levantando camellones y un canal con cierta caída para facilitar el escurrimiento lento del agua, sin provocar erosión. Las terrazas son construidas en el terreno, de espacio en espacio y en dirección contraria al declive para frenar el agua que escurre y hacerla ir lentamente por el canal donde se va infiltrando. La distancia entre las terrazas, en el sentido de la caída del terreno, debe ser calculada en función de factores como declive del terreno y tipo de suelo.. Es conveniente tener el asesoramiento técnico para su construcción, ya que una terraza mal construida puede causar serios contratiempos. (Héctor Manuel Coraspe/ FONAIAP-Trujillo) 

P.T.M.S, R.T:          Practicas eficientes del agua en la agroecológica




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