En Trujillo, estado de comprobada vocación
agropecuaria, gran parte de la producción agrícola se origina en las zonas
altas, conocidas como páramos y con altitudes entre 1.800 y 3.500 metros sobre
el nivel del mar, donde se observa una marcada preferencia de los
productores por los cultivos de papa y zanahoria, rubros en los que se han
convertido en buenos especialistas.
Entre las principales localidades
productoras podemos citar Tuñame, Cabimbú, La Cristalina, Ortiz, Esdora, La
Manga, Burbusay, Santa Ana, San Miguel y Tostós, entre otras. Estas zonas se
caracterizan por tener propiedades con pequeñas áreas, con pendientes o
declives muy fuertes, con sistemas de riego relativamente consolidados en mayor
o menor grado.
Los productores de estas zonas les dan a
sus tierras un uso bastante intensivo, mediante la siembra permanente y el uso
de altas cantidades de insumos como fertilizantes químicos y materia orgánica
(gallinaza, estiércol de chivo y recientemente fórmulas comerciales
enriquecidas y más depuradas), así como frecuentes aplicaciones de plaguicidas,
lo que genera la contaminación de fuentes de agua.
En muchas de estas localidades es común
ver en las propiedades parcelas con mucha pérdida de suelo, debido a la
erosión, lo que también ha venido deteriorando el estado de las vías de
penetración, situación que se agrava con el transcurrir de los años.
En el caso particular del Páramo de
Cabimbú se puede observar el aumento de este serio problema, donde el Fondo
Nacional de Investigaciones Agropecuarias (FONAIAP) realiza varias actividades
de carácter investigativo y de transferencia de tecnología.
Algunas consideraciones que el FONAIAP ha
hecho al respecto tienen que ver con la erosión de los suelos agrícolas
producto del arrastre de las partículas del suelo, debido a la acción del agua
de lluvias o de irrigación, o por efecto del viento, dejando estas partículas
de suelos en lugares donde generalmente no puede ser utilizado.
La erosión causada principalmente por el
agua de lluvia, es la de mayor importancia en los páramos. y, en ciertos casos
el agua de los sistemas de riego por aspersión, cuando son mal utilizados, al
caer penetra en el suelo lentamente entre las partículas del suelo. Otra parte
permanece sobre el suelo, pues no consigue penetrarlo, formando charcos y
entonces escurre hacia las partes más bajas del terreno.
Esta agua que escurre arrastra la tierra
de la superficie del suelo, llevando también hojas, pequeñas piedras y otros
materiales livianos. El agua que escurre en el suelo es muy dañina para el
mismo, pues causa la erosión o arrastre de las partículas del suelo.
Los factores que influyen en la erosión
causada por el agua son varios, que, en mayor o menor proporción influyen en la
erosión del suelo agrícola. En primer lugar la intensidad de la lluvia que
causan mayores estragos y, en ciertos casos, los riegos mal empleados; es
decir, los riegos en exceso en terrenos con pendientes muy fuertes, causan el
mismo daño que las lluvias fuertes.
En segundo lugar está el declive o
pendiente del terreno, este factor es de gran importancia, ya que mientras
mayor sea el declive del terreno, mayor será la velocidad del agua que escurre
en el suelo y mayor será la erosión.
En tercer lugar está la cobertura vegetal
del suelo que de cierta manera regula, en mayor o menor grado la erosión, ya
que la cobertura vegetal ofrece un obstáculo a las gotas de agua que caen. Al
contrario de lo que ocurre en un suelo sin protección, que recibe directamente
las gotas de lluvia, facilitando también el escurrimiento del agua en el
suelo.
Existen tres tipos de erosión por causa
del agua. esto es sencillamente
1.- Erosión laminar: Cuando el agua
desgasta en cada lluvia una fina capa de toda la superficie del suelo. Ese
desgaste por ser en capa muy fina no es percibido o notado de inmediato sino
que con el transcurrir del tiempo comienzan a aparecer piedras que
anteriormente estaban enterradas y no eran visibles, mostrando que el suelo fue
arrastrado por el agua.
2. Erosión por surcos Ocurre en los suelos
desprotegidos, donde la erosión antes mencionada (erosión laminar) ya viene
causando daños y deja el suelo irregular. El agua se concentra, formando
pequeñas hendiduras o surquitos que van aumentando de tamaño y siendo más
profundos a medida que llueve más. Con el aumento de los surcos, el suelo se
torna impropio para la siembra, ya que la capa superficial es arrastrada por el
agua.
3. Erosión en cárcavas En los suelos no
cuidados y con declive fuerte, la erosión termina formando surcos profundos y
bastante anchos, denominados cárcavas, que impiden cualquier práctica agrícola.
Cada vez que llueve fuerte, el agua escurre por la cárcava, desprendiéndose y
llevando el suelo del fondo del surco, lo que ocasiona el desmoronamiento de
las paredes del surco.
Para impedir este deterioro causado por la
erosión y que con el tiempo afecta la posibilidad de cultivar, el FONAIAP
diseñó una serie de recomendaciones para la conservación de los suelos
agrícolas en estas zonas del estado Trujillo, que para ser trabajados deben ser
cuidados de tal forma que siempre se mejoren sus condiciones físicas, químicas
y biológicas, garantizando así abundantes y seguras cosechas.
Estos cuidados son denominados prácticas
conservacionistas y entre las más importantes se pueden citar:
1. Levantamiento y planificación
conservacionista Es la práctica que se debe realizar al inicio de cualquier
siembra, recomendándose la consulta con un técnico. No es más que clasificar
los suelos de la propiedad, de acuerdo con su capacidad de uso; es decir,
definir lo que mejor se pueda sembrar en determinadas áreas, según el suelo,
declive, siembras anteriores y la disponibilidad de agua, Se puede elaborar un
mapa sencillo en el que se refleje cada tipo de área.
2. Selección de áreas por capacidad de
uso. Teniendo el mapa o el croquis de la propiedad, donde todos los suelos
están clasificados, cada suelo será usado de acuerdo con su capacidad. Así
tenemos que en los suelos planos o de menos pendiente se sembrarán los cultivos
regularmente usados; es decir, papa y zanahoria para el caso de Cabimbú y
localidades semejantes. En los suelos con mayor declive, los cuales no deberán
tener estos cultivos, se sembrarán con rubros que protejan más el suelo como
algunos pastos adaptados, trigo o innovar con algún frutal de altura.
3. Siembras en curvas de nivel. Es una
práctica común en zonas altas, que consiste en realizar todo trabajo en terreno
con fuerte pendiente, acompañando la topografía del terreno; es decir, en
contorno, siguiendo la curva de nivel para que no se facilite el escurrimiento
del agua que causa la erosión del suelo. No obstante, esta práctica debe ser
acompañada con el uso de otras, ya que aislada no resuelve completamente el
problema de la pérdida de suelo.
4. Siembras en franjas Consiste en
intercalar las siembras de los cultivos tradicionales en el páramo, es decir,
papa y zanahoria con siembras de dos o tres surcos con un cultivo más protector
como el trigo y/o pasto kikuyo, habas. Esto pudiera minimizar el efecto
negativo de la erosión.
5. Rotación de cultivos Es una práctica
muy importante en un programa de conservación de suelos, ayudando en la
preservación de la fertilidad y sanidad del suelo. Los suelos no deben ser
sembrados seguidamente con la misma especie, pues cada una de ellas retira del
suelo una cantidad determinada de nutrimentos. De esta manera ocurre una
extracción diferente de elementos por parte del cultivo de la papa y la zanahoria.
Además, la rotación de cultivos también es una forma de controlar las plagas y
enfermedades que atacan a la papa, pero no a la zanahoria, dejando un ambiente
desfavorable a éstas.
6. Uso de materia orgánica Consiste en
adicionar al suelo abonos orgánicos. Generalmente los más empleados son la
gallinaza, el estiércol de chivo y las fórmulas comerciales enriquecidas y no
contaminantes. La incorporación de este material permite incrementar las
condiciones físicas, químicas y biológicas del suelo al mejorar la aireación,
estructura y microorganismos benéficos del suelo. Investigaciones realizadas
por el FONAIAP en Cabimbú indican que el estiércol de chivo induce a una
maduración precoz del cultivo si no es mezclado en el surco al momento de la
siembra, lo que ocasionaría una disminución en los días de ciclo del cultivo,
necesarios para el engrosamiento de los tubérculos.
7. Construcción de terrazas En propiedades
con suave declividad, es decir entre 5 a 10 %, pueden construirse terrazas
acompañadas de curvas de nivel del terreno, levantando camellones y un canal
con cierta caída para facilitar el escurrimiento lento del agua, sin provocar
erosión. Las terrazas son construidas en el terreno, de espacio en espacio y en
dirección contraria al declive para frenar el agua que escurre y hacerla ir
lentamente por el canal donde se va infiltrando. La distancia entre las
terrazas, en el sentido de la caída del terreno, debe ser calculada en función
de factores como declive del terreno y tipo de suelo.. Es conveniente tener el
asesoramiento técnico para su construcción, ya que una terraza mal construida
puede causar serios contratiempos. (Héctor Manuel Coraspe/
FONAIAP-Trujillo)
P.T.M.S, R.T: Practicas
eficientes del agua en la agroecológica
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